sábado, 26 de junio de 2010

EN LUGAR DE LA REPRESENTACION

Ya hemos indicado cómo el teatro se inicia en el interior del templo.
El lugar más común de la acción solía ser el coro, destinándose las arcadas conventuales o las naves para las procesiones y cortejos. La iglesia da origen a ese teatro en ciernes manifestado en los oficios.
Por las razones de decoro a que ya hemos aludido, el teatro tuvo que abandonar el espacio interior del templo. Se refugió entonces en los pórticos de las iglesias y catedrales cuyas fachadas constituían de por sí el más imponente de los decorados.
De ahí pasó a ocupar los más diversos espacios públicos: plazas - preferentemente -, patios, claustros, la calle e incluso los cementerios.
Por raro que pueda parecernos, en la Edad Media los cementerios eran frecuentemente lugares de rondas, juegos y danzas.
Hoy en día, en muchos países europeos, el cementerio, como la iglesia, puede estar rodeado por la ciudad.
Menos usual fue la utilización de los anfiteatros romanos, aunque nos consta que, a veces, se utilizaron los de Provenza, y que en el Coliseo de Roma se llegó a representar la Pasión de Cristo. Sin embargo, este espacio no será corriente hasta bien entrado el siglo XVI

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